22.2.10

Ladran Sancho, señal que cabalgamos – acerca del artículo de la nación sobre 6 7 8

Entre las peores ofensas que puede aplicar un eventual adversario de cualquier arena es ignorar al otro, por considerarlo inferior o directamente inexistente. En un terreno de lucha intelectual, periodística, y hasta deportiva, el peor insulto es el desconocimiento liso y llano del enemigo. En 1996 el escritor y ex – funcionario ultramenemista Jorge Asís, atravesando su momento de auge mediático, le propinaba un duro golpe al actor Gerardo Romano, quién oficiaba de provisorio contrincante televisivo en Hora Clave de 1996 : -no tenés carnadura, no tenés nivel para discutir conmigo. Esa lamentable parodia televisiva que quería remedar las diferencias ideológicas y políticas entre Lavalle y Dorrego, fue muy comentada por la exaltación de ambos ante las cámaras, simulando un debate ideológico y clausurando toda posibilidad de análisis mínimamente coherente: una escena típica de la era menemista. Sin embargo, para que un actor de telenovelas se siente en la mesa a discutir “seriamente” en el programa también “serio” de Mariano Grondona con un funcionario de la gestión , alguien de la producción del programa decidió sopesar el peso específico de cada uno, y ponerlos a la misma altura, cuestión que contradice los dichos de Asís. Lo cierto es que Romano, no solamente “tenía carnadura” sino un coraje enorme como para enfrentarse al exponente intelectual numero uno del entonces poderoso aparato menemista, y abarajar los dichos de Asís que lo descalificaban por ser sospechoso de algún tipo de “desviación sexual”. Ambos dejaron de estar en los primeros planos, uno por elección (Romano), el otro porque aunque le gustaría estar todavía en la palestra, sigue siendo funcional a la derecha más retrógrada que haya parido la democracia argentina (en su último programa de paladar negro y escasísimo ráting, poder vacante, ha defendido la participación de Mendez en causas penales como las del atentado a la AMIA, la venta de armas a Ecuador y Croacia, entre otras) y ni siquiera lo quieren cerca los que comparten su cosmovisión ultraderechista. A mi modo de ver, el tiempo demostró que ambos efectivamente tenían el mismo peso específico en la vida política argentina, uno porque es actor, el otro porque era apenas un escritor mediocre y se veía a si mismo como la resurrección de Borges y Sarmiento en una sola persona, un verdadero Bluff propiciado por los medios de comunicación dominantes atraídos por su retórica plagada de adjetivación y verborragia incontinente. Por otro lado, el hecho de que Asís acepte como contendiente televisivo a Romano, lo estaba considerando tal vez como un intelectual de su misma altura.

Creo que las disputas por un espacio (ideológico, político, televisivo, deportivo) solo son posibles (y susceptibles de análisis) en tanto los contendientes tengan un peso similar, como para considerarse mutuamente, como para existir el uno para el otro. Dicho mal y pronto, es la propia ontología la que define los rivales a vencer, el enemigo como enemigo y las reglas de juego implícitas.

El domingo 21 de febrero de 2010 asistimos a una escalada inusual de barbaridades, escritas paradójicamente por las editoriales en apariencia más amigas de la ilustración, los modos y las formas civilizadas. Una de ellas, refiere al programa 6,7,8 y está firmada por Pablo Sirvén, quien otrora escribiera en La Nación el artículo “Diez ideas para mejorar a Susana” (en referencia a la diva Susana Gimenez). El artículo hace una comparación inconsistente acerca de las similitudes entre un programa de la dictadura (60 minutos) y 6 7 8. Lo que el artículo devela a partir de su sola mención es el espacio televisivo que 6 7 8 viene a disputar. En mi criterio hay tres claves implícitas que no deberían pasarse por alto: la primera es que cuanto mayor es el ataque, mayor es el riesgo que implica en términos de mostrar otra campana, y esto es lo que no se le perdona. La segunda de las claves (y fue mencionado por Pablo Marchetti en la emisión del día domingo 21) es que se ha convertido en un buen producto televisivo que en criollo significa algo así como que independientemente del contenido, el programa esta muy bien editado, maneja bien los tiempos y el lenguaje necesario para ser atractivo de por sí. Y la tercera de las claves que está relacionada con la primera es que si el periódico le dedica casi media carilla al programa, no nos queda otra que decir: en tan poco tiempo de emisión, el programa cobró una envergadura inusitada, y un rating fenomenal que no está debidamente reflejado en IBOPE, por varias razones que no vienen al caso. Al igual que Gerardo Romano, quien nunca se había imaginado como la reencarnación de Dorrego o Lavalle, el programa no aspira a ser el nuevo programa top de la televisión Argentina. Pero comienza a ser reconocido por los principales medios de la corporación mediática. Mientras tanto, según datos del instituto verificador de circulaciones, el mencionado periódico pierde lectores día a día, llegando incluso a los valores de los tiempos de crisis más pronunciados. La raquitis informativa a contrapelo de la necesidad de sus propios lectores, ha causado un daño mayor que el esperado en cuanto a su propio interés económico. Seguramente, a nadie del diario, ni a Pablo Sirvén, ni a los redactores co-responsables se les ocurrió plantearse la siguiente pregunta: Sino lo mira nadie, para qué le pegamos? La respuesta es la del título del artículo: “Ladran Sancho, señal que cabalgamos.”

Gracias “La Nación” por la propaganda gratuita recibida, en nombre de todos los que habitualmente miramos el programa y no tenemos con quien comentarlo…Gracias también por darle una entidad que hasta ahora parecía que no tenía. Es verdad que es risueño el programa, y eso es lo que más nos gusta. ¡Que viva la gente que tenga y ponga, buena onda!


1 comentarios:

  • Unknown says:
    11:00 p.m.

    Ni hablar compañero, la sola mensión del programa muestra la improvosación y hasta la desesperación de los que antes eran dueños de un discurso hegemónico.

    Y es cierto lo del buen producto televisivo. para alguien de a pie eso es fundamental

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