30.7.10

Un libro que no puede faltar en nuestras bibliotecas: “La Masacre de San Patricio” de Eduardo Kimel editado por Página 12


Este libro es una muy buena oportunidad para volver a trazar el mapa del horror acaecido durante la dictadura militar. En su recorrido, retrata el asesinato de cinco religiosos palotinos dentro del templo por parte de un grupo de tareas. Además de haber datos precisos y esclarecedores de la metodología utilizada para instalar el miedo y el terror en cierto sector progresista de la iglesia católica, y en la población en general por parte de las FFAA, revela la complicidad con la que contaron los asesinos para que no se supiera la verdad. Este relato sirve para ejercitar la memoria activa. Contiene en sí una muy buena síntesis de cómo se desplegaba el accionar policial en connivencia con el militar y paramilitar para sostener la impunidad a lo largo de los años luego de perpetrado este y otros miles más de asesinatos y desapariciones de personas.

Si bien en un principio las autoridades policiales y militares intentaron adjudicarle la masacre a organizaciones de izquierda, lo cierto es que los criminales decidieron dejar huellas a propósito, de modo que el mensaje hacia la curia sea evidente: en una puerta escribieron con tiza lo siguiente:

“Por los camaradas dinamitados de Seguridad Federal – Venceremos – Viva la Patria” (en referencia a un atentado perpetrado en la superintendencia de seguridad federal donde fallecieron 18 personas) y la acusación a los palotinos de ser “zurdos adoctrinadores de mentes vírgenes”.

A su vez, el libro revela un dato interesante y poco conocido: algunos de los métodos de difusión del terror incluyeron el secuestro del periodista Mariano Grondona (reconocido como católico y fiel a los designios de las dictaduras militares) quien obtuvo un listado de los curas y religiosos próximos a ser víctimas de desapariciones forzadas o torturas.

De algún modo, la lectura del diario personal del Sacerdote Alfredo Kelly (uno de los párrocos asesinados y muy querido por los feligreses) revela que lamentablemente presagiaba su triste final.

Otro de los datos más paradójicos es que el autor del libro (Eduardo Kimel ,recientemente fallecido ) soportó un procesamiento por haber incluido un párrafo en donde denunciaba la inacción judicial por parte del juez RIVAROLA, a cargo de la causa en ese momento.

Aunque sea duro revivir este horror en el cual estaba sumergida la Argentina, creo firmemente que este libro no debe faltar en nuestras bibliotecas, junto al nunca más y a todas las publicaciones que nos ayuden a ejercitar  la memoria, la justicia, el castigo a los responsables y la defensa irrestricta de los derechos humanos.

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