11.11.12

Las dos caras de un piquete - Ensayo sobre el corralito informativo 2da.entrega


Es el mismo piquete… ¿Pero se vio muy distinto, no?

A mediados del año 2009, un grupo de piqueteros acampaba en cercanías del Ministerio de Desarrollo Social de la Argentina reclamando planes sociales y cortando la avenida 9 de Julio en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. El noticiero de Telefé Noticias realizaba un auténtico mea-culpa televisivo, a modo de confesión infrecuente y descontextualizada de su poderoso armamento que consiste en la condición de posibilidad de mostrar un suceso público al menos de dos maneras diferentes y que millones de personas lo observen, y reproduzcan luego el episodio en su entorno. Rodolfo Barili, conductor del noticiero decía lo siguiente:

”- Tan contradictorio resulta el debate de una protesta de este tipo que en nuestra redacción nos propusimos un ejercicio periodístico. ¿Cómo hay que mostrar el piquete? Siempre la realidad tiene más de un rostro para mostrar. ¿Son violentos y desconsiderados o relegados del sistema que piden poder vivir dignamente y solo eso?¿O son ambas cosas?. Siempre la realidad puede mostrarse de más de una forma”. 

Las imágenes mostraban a mujeres con niños enfermos que pedían a las autoridades un trabajo digno. Era la imagen del “y solo eso” Acto seguido el conductor se sinceraba:  

  “-te acabamos de mostrar solo una parte de la realidad…pero hay otra… ¿Son     violentos quienes cortan o con palos y con capuchas? ¿Persiguen intereses   políticos?¿No piensan en el resto?”. 

Ahora venía el costado violento. Las imágenes mostraban a encapuchados con palos y automovilistas detenidos en las inmediaciones, visiblemente ofuscados por el corte de tránsito causado por el piquete. Cerraba la nota un grupo de manifestantes que cantaban una consigna agresiva. Barili retomaba la conducción y comentaba 

  “-Es el mismo piquete. ¿Pero se vio muy distinto, no? Es que existe más de una   forma de mostrar la realidad, lo importante es como vos la veas”. 

El piquete representaba ambos caras de la moneda a la vez: madres desesperadas con niños enfermos que peticionaban ante las autoridades y un grupo de violentos que manifestaba sus necesidades con desconsideración por los demás. Sin embargo, la conclusión del conductor televisivo dejaba al descubierto el artilugio: lo importante es como el televidente “vea” la noticia. Estamos tan acostumbrados a este tipo de ardides propios de la edición de los noticieros que ni siquiera nos llama demasiado la atención el “ejercicio periodístico”, como lo denomina Barili. Sin embargo, a modo de ejemplo, este procedimiento fue el utilizado por los medios hegemónicos para agigantar y magnificar el conflicto de las patronales del campo en Argentina durante 2008.  

Un gran porcentaje de la información que consumimos a diario fue mostrada de un modo, y siempre podría haber sido de otro. Podría no haber sido difundida y eliminada de nuestro horizonte hogareño que es el ambiente fundamental de recepción de información, aunque no el único. La noticia en cuestión fue recortada y colocada en un determinado espacio, en un horario y momento determinados. Fue filtrada y seleccionada entre miles que no fueron consideradas. Fue presentada, creando un clima particular. Muchas de ellas serán el puntapié inicial de una serie de réplicas en las llamadas redes sociales digitales (Internet) y podrá generar olas de tendencia en las cuales se volverá a retrasmitir la noticia, alterándose velozmente en el camino, o no. Si nos atenemos a la demostración del poderío empleada por el noticiero, podríamos juzgar necesaria la siguiente pregunta: ¿de dónde proviene el poder que ejercen los grandes monopolios de la comunicación y la información que pueden mostrarnos la realidad filtrada y direccionada?. El poder de los medios de comunicación se está mostrando tan desconcertantemente grandioso que, de ser el cuarto poder, supuestamente fiscalizador de los otros tres en nombre de la ciudadanía, ha pasado a consolidarse como el de más difícil control democrático. (Serrano, 2009). 
La legitimidad otorgada por los consumidores está dada por el dispositivo mismo: si sale en la televisión, en el periódico o la radio debe ser verdad, ergo es verdad. Sin embargo, es importante señalar la enorme influencia que otorga la selección de la agenda cotidiana (agenda setting) de los temas “a tratar” que van a ser replicados por todos nosotros a través de las redes sociales electrónicas entre otras modalidades. “Los editores y directores informativos con su selección día a día y su despliegue de informaciones dirigen nuestra atención e influyen en nuestra percepción de cuáles son los temas más importantes del día. Esta capacidad para influir en la relevancia de las cuestiones del repertorio público es lo que se ha dado en llamar la fijación de la agenda por parte de los medios informativos” (McCombs, 2006) En contrapartida, muchos de los asuntos que podrían ser de nuestro interés no han sido seleccionados para su difusión (agenda cutting). Sólo cuando la transmisión de un hecho es funcional a algún tipo de interés para sus difusores, ésta información se divulga como algún tipo de estatuto de verdad, el cuál intentaremos señalar y descifrar. 

En consonancia con los nuevos modos de acceso e instantaneidad a la información a nivel global que proporcionan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), se han generado nuevos modos de censura. Estos nuevos modos ya no tienen que ver con bloqueos de cierta información. La enorme cantidad de noticias, canales, noticieros, programas de radio y de tv, generan una multiplicación y sobreabundancia de información que se encuentra literalmente contaminada, envenenada por mentiras de todo tipo, intoxicada por los rumores, las deformaciones, las distorsiones y las manipulaciones. A menudo nos envenena la mente, poluciona el cerebro, nos intoxica, y trata de inyectar en nuestro inconsciente ideas que no son nuestras. (Ramonet, 2011). 
El efecto logrado no es un retorno a la idea de la teoría de la aguja hipodérmica que inyecta información que ha sido descartada de plano en la teoría de establecimiento de agenda ya que colocaría a la audiencia en el papel de autómatas que están esperando que vengan los medios y los programen. (McCombs, 2004)  Se trata de que la agenda seleccionada no respeta siquiera los contratos con sus propios lectores, oyentes o televidentes debido a la posición dominante que exime a las empresas de hacerlo y mucho menos representa los ideales de las mayorías a las cuales en ocasiones, se intenta dirigir mediante una solapada ingeniería. 
Algunas características propias  de la televisión en tanto aparato unidireccional, son especialmente utilizadas para imponer la agenda diaria desde hace décadas.<>

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