28.11.12

Noticiero – Del mundo posible al mundo ideal del monopolio - rumbo al 7D



 Podríamos resumir el tipo ideal de la idea dominante que los medios monopólicos utilizan para obtener legitimidad en relación con el producto que brindan los noticieros del siguiente modo:

“la centralidad de los medios masivos de comunicación estriba en que satisfacen el derecho de la ciudadanía de tomar conocimiento de la actualidad. No resulta ajeno que en ese escenario los noticieros de televisión del prime-time sean las principales fuentes de información de la ciudadanía, ya que su recepción masiva, dada por la gratuidad, la cercanía a su audiencia  y la seducción de sus propuestas narrativas, hacen superar notablemente al consumo que se realiza de la prensa radial, digital y escrita.” .

En esta definición de los medios de comunicación que denominamos  “ingenua” , el medio satisface el derecho del ciudadano a tomar conocimiento (informarse) de la realidad. Es decir, se invoca un principio ético (el derecho de la ciudadanía a informarse), en donde los medios son el garante para ejercer ese derecho a la información. Se profesa la garantía de que la cercanía, la gratuidad, y la seducción narrativa son los que aseguran un alto consumo de las propuestas de los noticieros del prime-time. Desde la enunciación el espectador toma el conocimiento de lo que sucede, mientras que el noticiero es la principal fuente de información. La ingenuidad está dada por el modelo de comunicación social subyacente en donde “parecería que hubiera una fuente de información (que podría ser la realidad misma, o cualquier individuo  u organismo poseedor de información) y un blanco receptor de la información, una instancia de trasmisión (un mediador individual o un sistema intermediario) encargada de trasmitir el saber desde la fuente hacia el receptor”(Charaudeau, 2003).

Una parte importante de lo que se fabrica en exceso y nos agobia, en vez de aclarar confunde, al haber tantas mediaciones entrecruzadas en los recorridos comunicacionales. De ahí vienen las ambivalencias desconcertantes: no hay noticias y menos interpretación. (de Moraes, 2007).  El tipo ideal de mirada académica tradicional acerca de los noticieros podría estar representado desde esta perspectiva: Desde el punto de vista del pacto comunicativo que se establece entre emisores del discurso noticioso y receptores (telespectadores), pareciera instaurarse un acuerdo tácito, algo así como principios reguladores de la relación establecida. Se acepta a priori la narración como verdadera y se verifica a posteriori, otorgándole al medio una legitimidad fundada en la institución que representa. .

 Tal vez más que receptores, los telespectadores somos los enunciados, objetos de enunciación . Participamos mediante el zapping o zapeo fugitivo definido como “una huída de lo que nos desagrada, aburre o irrita en la pequeña pantalla” (López García, 2004).  En tanto enunciados, deberíamos ir tratando de dar cuenta que el pacto tácito al que refiere Farré, está en vías de extinción. “En el gran esquema industrial concebido por los patronos de las empresas de entretenimiento, puede constatarse ya que la información se considera antes que nada como una mercancía, y que este carácter predomina ampliamente respecto a la misión fundamental de los media: aclarar y enriquecer el debate democrático.” (Ramonet, 1998 ). 

Cuando el medio emisor es un monopolio con intereses empresariales muy concretos, que participa de manera activa en la vida política de una región, con alianzas globales y que además posee antecedentes de haber engañado audiencia de manera reiterada, podríamos estar en condiciones de decir como mínimo que dudamos de todo lo que se exprese allí, en ese contexto enunciador. El mundo “posible” que se emite por los medios, como se denomina al relato noticioso desde este enfoque  propuesto es en realidad el mundo-tipo-ideal de los monopolios. “Imposible entonces alegar inocencia. El informador está obligado a reconocer que está permanentemente involucrado en un juego en el que los valores dominantes son tanto el error como el engaño, o quizás ambos, a menos que sea la ignorancia”(Charadeau. 2003 ) 

Ese mundo posible es el de la ultrainformación como señala Casullo, citado por Forster. “La ultrainformación como forma de vida naturalizada, el noticiero enervante, el documentalismo periodístico de impacto, las ‘espontaneas’ transmisiones de exteriores con camiones móviles donde la ‘realidad se muestra por si sola’, el permanente diálogo con la ‘gente’, las nuevas formas de realidad-ficción que imperan en los acontecimientos convertidos constantemente en temas fuertes, el pasaje de una lógica trágica de la literatura al universo informativo, la construcción diaria de la víctima, del terror, del desastre, de la amenaza, del límite, del chivo expiatorio, de la muerte, del ‘mal’ – escribe con agudeza Nicolás Casullo –, gestan un mercado actuante –a través de sus empresas tan privadas como monopólicas desde una lógica e interés político-cultural y político ideológico.” (Forster, 2012). 

Volviendo a Farré, las distinciones entre paleo-noticiero (con un concepto de tipo pedagógico) y el noticiero de la Neotelevisión (con un espectador activo)  carecen realmente de importancia. Lo distintivo de los neo-noticieros no es su “espectacularidad” ni mucho menos la participación activa del espectador sino su falta de apego a toda deontología periodística. El telespectador sigue siendo enunciado, es decir es enunciado, al igual que en períodos anteriores y esas pequeñas diferencias del modo en que se representa al telespectador en la televisión actualmente y antaño no alcanzan relevancia en el resultado final .  

La narración ficcional y la realidad recreada se entremezclan y es imposible distinguirlas. Podemos comprobarlo encendiendo cualquier televisor a las 20 hs. La selección de noticias no permite mucho espacio para la participación. No la hemos seleccionado. No la hemos buscado. Es impuesta. Al momento de elegir entre uno u otro noticiero, las pequeñas diferencias harán la gran diferencia en términos de rating. El engaño del rating está en el encendido. Un noticiero puede tener mucho rating por falta de opciones y pluralidad de enfoques y no por su calidad informativa. La audiencia cautiva, sin embargo, no logrará recrear el escenario que la rodea a través de los noticieros y buscará hacerlo por otros medios.  ¿Buscará hacerlo por otros medios?

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